Lo que soy depende mucho de lo que han sido los humanos, lo que vivieron mis padres y lo que me ha tocado vivir. Si a todo esto le ponemos una pizca de decisión propia, lo mezclamos un rato y lo dejamos madurar, tendremos el resultado de lo que hoy soy.

Nuestros antepasados: A cada persona nos ha quedado un rastro visible de los millones de años que tenemos los humanos sobre la tierra. Hasta hace pocos miles de años el humano vivió en muy precarias situaciones, luchando para conseguir la comida y peleando para no ser comido o anulado. El instinto de conservación sigue muy presente en nuestro comportamiento, a pesar de que hoy la comida no se obtiene a la fuerza y de que cubrir las necesidades básicas y de seguridad (las prioritarias) no depende del arma que poseamos o las habilidades de luchar físicamente de cada individuo, sino primordialmente de las capacidades intelectuales y la inteligencia emocional.

Nuestros padres: Dependiendo de la realidad vivida, de cómo fueron criados y sus decisiones personales influenciaron en nosotros para criarnos de una forma o de otra. Muchos pasaron por guerras y hambrunas, algunos decidieron a partir de ahí no pelear ni desperdiciar, otros encontraron la manera de vivir en pie de lucha y mostrando abundancia, mientras unos cuantos combinaron las variables de otra forma. Padres autoritarios, por ejemplo, crían, por lo general, personas con carácter fuerte o de muy baja autoestima… cuando no con una combinación explosiva de ambas.

El medio ambiente: Todo a nuestro alrededor influye: Profesores, amigos, primos, compañeros del colegio, etc. Tomamos y dejamos, pero si somos seguidores empedernidos podemos tener una influencia que puede llevarnos a una situación incómoda… cuando dejamos de ser auténticos para ser como los otros esperan que seamos.

La decisión propia: Hace un tiempo escuché el relato de un abogado que defendía a un criminal y al preguntar a su cliente la razón que lo llevó a ser así, el señor le dijo: “Mi padre también lo era, ¿cómo podría yo ser diferente?”. Luego se enteró que el reo tenía un hermano gemelo, que por el contrario era un profesional de bien y excelente padre de familia. Fue a conocerlo con la curiosidad y le hizo la misma pregunta: “Mi padre era de lo peor, ¿cómo podría yo querer ser igual?” La decisión fue propia… podemos tomar un ejemplo bueno para bien, pero uno malo debemos decidir por cuál lado tomarlo, si seguimos siendo así o si decidimos hacer las cosas de una manera que consideremos buena para nosotros y la sociedad.

Considerarnos víctimas para lo malo y protagonistas para lo bueno es muy típico. Nuestra vida está influenciada por muchos eventos e innúmeras personas, debemos considerar lo que queremos ser, quitar de nosotros lo que no queremos tener y vivir de la manera que decidimos nos llevará a donde queremos estar. Todo influye en nuestra vida: Nuestras relaciones, emociones, dinero, tiempo hasta nuestro cuerpo. Esperar las enfermedades, por ejemplo, es algo típico, prevenirlas por saber que en la familia se sufre del corazón, es algo asertivo. En mi serie de libros Tú Eres la Estrella te entrego mis escritos de estos 5 ámbitos para que puedas llevar una vida equilibrada cuando te decides a crecer en cada una de las áreas.