Atarnos al pasado suele ser una buena excusa para sentirnos tranquilos en el presente. Las consecuencias de no soltar el pretérito son varias, como no vivir el presente hasta que no sea ya pasado o el de no construir el futuro por priorizar lo que ya no es. Presente, pasado y futuro financiero no son casualidad, son fruto de lo que hacemos día a día. El pasado lo habíamos construido en el pasado de él. El presente es consecuencia de lo que hicimos o dejamos de hacer. Y el futuro será el resultado de las acciones de hoy.

La belleza del pasado nos ata: Algunos hasta se amarran a un feo pasado, suelen pensar que mejor así porque podría empeorar. Poner como prioridad lo que existe solo en nuestras mentes nos hace sentir en una zona de confort, es la principal razón por la que decidimos encadenarnos a ese dogma improductivo. Para muchos es fácil recordar lo bueno del pasado y olvidar lo que no fue tan lindo. Otros miden con desdén lo que hoy viven y lo comparan con ese pasado selectivo, llegando a una conclusión que en realidad es parcial. Piensan que antes era mejor. Lo peor es que suelen pensar que es mejor no arriesgar a cambiar nada porque eso puede hacer que todo “siga empeorando”. El presente suele confundir: Por su nombre pensamos que es un regalo y debemos disfrutarlo al máximo. Vivir cada día como si fuera el último es uno de los dogmas más utilizados. La confusión viene en creer que disfrutar es directamente proporcional al monto gastado. ¿Comprar algo por encima de nuestras posibilidades nos hace disfrutar más? Pienso que no. Creo que es solo un condicionamiento mental. Comprar lo más caro que podamos es el objetivo para satisfacer a la amígdala cerebral, la encargada de poner a circular las hormonas de la felicidad.

Confundir dinero con emociones es el dogma financiero más improductivo que he podido encontrar. Vivir cada día al máximo se debe referir a lo emocional. Si condicionamos nuestras emociones al dinero que eroguemos terminaremos mal, muy mal, en nuestro futuro. Bueno, el que lo vive así ya vive en el futuro de su pasado y sabe que ha pagado muchos intereses que no han adquirido nada, solo adelantaron las emociones, lo que llamo, vivir el futuro por adelantado. El futuro no será casualidad: El momento financiero que viviremos dentro de dos años no dependerá de la suerte, a menos que algún juego de azar lo pinte diferente y sepamos qué hacer con el dinero recibido… lo que demuestra que no es suerte. Nuestros dogmas de hoy construyen el porvenir. Guardar, desperdiciar lo que podríamos guardar o gastar por adelantado; ahí la decisión. Si gastamos por adelantado usamos dinero que nos prestan. Pagamos intereses perdiendo poder adquisitivo en el futuro… futuro tan cercano como el siguiente mes.
Si desperdiciamos lo que podríamos ahorrar viviremos a merced de lo que pueda suceder. Por ejemplo, una pérdida de ingresos podría llevarnos a una situación peligrosa. Digo desperdiciar porque casi nunca estamos obligados a gastar todo lo recibido. Si guardamos una parte de lo recibido poseeremos capital para iniciar un negocio, tendremos dinero trabajando para nosotros, etc. No seremos víctimas de las situaciones. El método completo para construir un futuro financiero iniciando con el ahorro y las deudas buenas lo trabajo por extenso en mi libro Arco Iris Financiero.

En conclusión: Podemos: soltar nuestro pasado porque ya no volverá a ser; vivir emocionalmente al máximo nuestro presente; y construir el mejor de los futuros.

Por Diego A. Sosa