Una frecuente pregunta que me hacen en los medios en esta época es si el próximo año será mejor. La verdad es que no tengo bola de cristal. Ver lo que en esta época del año en el pasado la gente pensaba me lleva a la conclusión de que somos más pesimistas que optimistas.
“El año próximo viene duro”, y todos sus derivados, es una aseveración frecuente.
Al hacer el recuento de cada año nos damos cuenta que, por lo general, estamos mejor que en el pasado… aunque no lo reconozcamos. Salvo algunas vicisitudes que suelen ocurrir y sobre las que no tenemos control, casi siempre mejoramos.
La pregunta que devuelvo es si estamos preparando el próximo año para que sea mejor. Mi filosofía es que si el próximo año es mío, debo yo hacer lo que esté a mi alcance para que sea mejor.
¿Qué quiero lograr?: Debo hacer mi listado ahora de lo que pienso que puedo alcanzar. Ya sea avances para algo mayor (como una parte del inicial de mi vivienda) o una meta concluida. Debo escribir todo lo que quiero lograr: Monetario, cultural, ocio, emocional, profesional, etc.
¿Cuándo lo quiero lograr?: Ponerle fecha de finalización es primordial, lo que no tiene vencimiento no vence. En general, hacemos las tareas y nos ocupamos de ellas porque tienen prioridad asignada, de lo contrario, las dejamos para cuando sean urgentes.
¿Cómo lo quiero lograr?: Sin un mapa es muy difícil llegar a un objetivo. Dividir las tareas en partes es efectivo. No conseguiremos un título universitario con estudiar para la tesis. Debemos ir durante años varias veces a la semana a clases. Tomar exámenes. Pasar materias. Y al final, lograremos el objetivo. Pero sin los pasos intermedios no es factible. Reparta las tareas a realizar en los meses de su calendario. Quizá tendrá que dividirlas en las semanas. Lo importante es saber que para avanzar hay que dar pasos, cada uno que fallemos nos retrasa la llegada a nuestro objetivo.
Hacer que el próximo año sea productivo no es cuestión de suerte, es una obra de acciones.
Por Diego Sosa
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